Para este edificio de oficinas se compatibiliza el diseño del edificio y su difícil implantación en el solar, con el objetivo de aprovechar los desniveles del terreno para facilitar la atracción de las visuales desde la Autovía, para que los volúmenes se singularicen y su legibilidad resulte evidente. Se respeta el arbolado de gran porte y edad existente en la parcela, como un valor diferenciador importante no renovable a corto o medio plazo, integrándolo en el edificio como filtro intermedio entre la urbe y el cubículo de trabajo individual provocando un lugar de estancia y relajación para los usuarios.
El conjunto se concibe a partir del ángulo NE de la parcela, en el que confluyen los dos volúmenes principales del edificio, fijando los núcleos verticales de comunicación de cada uno centrados en las respectivas fachadas interiores. Un gran atrio de base triangular, delimitado por los volúmenes principales y concebido como un espacio acristalado, se constituye en el vestíbulo principal de acceso y distribución, alojando los dos núcleos verticales de comunicación y las bandejas peatonales que los conectan entre sí, a nivel de cada planta.
Cada uno de los volúmenes de oficinas, conectados entre sí mediante las bandejas que discurren en cada nivel, entre los núcleos verticales, fue generado por la interacción de las tramas estructurales y funcionales, resultando con dos crujías diáfanas y una única alineación de pilares exentos en el eje longitudinal. La planta permite espacios diáfanos bien iluminados, con puestos de trabajo a menos de 10 metros de una fuente de iluminación natural y es susceptible de subdividir con una o dos circulaciones longitudinales, generando zonas exteriores para puestos de trabajo en áreas individuales o diáfanas y una zona central para aseos office, salas de reunión, archivos, espacios para equipos de oficinas, etc.
Quinta de los Molinos, Madrid
26.780 m²
9 plantas
2003